La España resecada por el cambio climático arde con más violenciaRaúl Rejónel julio 18, 2022 a las 8:42 pm

Ola de calor severo en España entre el 10 y el 18 de julio de 2022: más de 30 incendios simultáneos repartidos por toda la península ibérica: Galicia, Andalucía, Catalunya, Castilla y León, Extremadura, Andalucía… Miles de hectáreas calcinadas. Hay al menos dos muertos.

España, resecada por el calentamiento global, arde violentamente. Llamas «sin control» han avanzado en Las Hurdes, Monfragüe o El Bages. La alteración del clima por el efecto invernadero que generan las emisiones de gases ya ha empeorado la agresión de los incendios forestales.

«Hemos encontrado incrementos significativos en las condiciones meteorológicas propicias para los incendios en casi todas las regiones del mundo durante las últimas décadas debido al cambio climático», concluye una reciente revisión de 8.800 estudios realizada por más de 15 científicos. «Hemos visto el correspondiente aumento de área quemada en algunas partes del planeta».

España, incrustada en la región mediterránea, padece estas nuevas premisas climáticas. «Bajo estas condiciones meteorológicas tan extremas de calor, sequedad y, en algunos casos, más viento, es más fácil que los incendios que se producen sean más virulentos: más rápidos, más intensos y, por tanto, más peligrosos y difíciles de controlar», analiza en SMC España Cristina Santín Nuño, una de las coautoras del estudio.

En los últimos cuarenta años, el riesgo meteorológico de fuego ha crecido en todo el mundo. Las temporadas de incendios se alargan. De media global, entre 1980 y 2019, se han prolongado un 27%, lo que suponen 14 días más. Pero en el Mediterráneo la situación es peor: el incremento llega al 54%. Se han añadido 29 días a la temporada de incendios. Todo un mes.

En este sentido, el incendio más grande padecido por Castilla y León, el de la sierra de la Culebra (Zamora) de junio pasado, prendió en una fecha que la normativa autonómica aún no considera época de máximo riesgo que comienza el 1 de julio.

En España, el promedio del índice que mide el riesgo meteorológico de fuego general (denominado FWI) ha crecido un 23% entre la década de 1980 y la que concluyó en 2020, según el Programa Europeo de Adaptación al Cambio Climático que gestionan la Agencia Europea del Medio Ambiente y la Comisión.

No queda ahí la cosa. Si se habla de peligro extremo, el principalmente asociado a olas de calor –como las que ha atravesado estos días la península y ya había soportado a mediados de junio– el empeoramiento en la cuenca del mar Mediterráneo supera el 130% lo que supone que, actualmente, hay 29 días más cada curso con condiciones de riesgo extremo.

«Esto quiere decir que el cambio climático está facilitando que haya más incendios y más graves», concluye Cristina Santín, que es investigadora en el Instituto mixto de investigación en biodiversidad Universidad de Oviedo-CSIC.

Lo que conlleva el cambio climático es temperaturas altas y escasas precipitaciones que influyen en la sequedad de las plantas. Y así se convierten en combustible para que, si salta la chispa, los bosques ardan virulentamente.

Santín recuerda que «para que se produzca un incendio necesitamos tres ingredientes: algo que lo empiece, la fuente de ignición, vegetación que lo alimente y condiciones meteorológicas que hagan que esa vegetación esté suficientemente seca para que queme».

En cuanto a las temperaturas, esta ola de calor ha mantenido registros extraordinariamente altos durante ocho jornadas. Y, a partir de este lunes, aún se mantendrá calor intenso en puntos del país, añade la Aemet. A las temperaturas diurnas se le han unido mínimas en muchas ocasiones por encima de los 20ºC por las noches.

Respecto a las lluvias, junio ha sido un mes «muy seco» con poco más de la mitad de las precipitaciones habituales, según la Aemet. Eso se ha encadenado a un mayo «extremadamente seco» en la península al quedarse las precipitaciones en el 35% de la media normal.

La ignición en España está provocada muy mayoritariamente por los humanos. La media de la década está en unos 11.600 siniestros al año y solo entre el 5%-6% son debidos a causas naturales, principalmente, la caída de rayos, según los informes del Ministerio de Transición Ecológica.

El resto son provocados por la acción humana. En torno al 75% de estos se inician por negligencias y el resto intencionadamente, según refleja la Memoria de la Fiscalía de Medio Ambiente. Entre las negligencias, la mayoría (un 58%) se producen al quemar restos agrícolas y forestales que escapan al control. Otro 15% de los incendios negligentes comienzan al manejar maquinaria cuando las condiciones son de riesgo.

Entre los fuegos intencionados, lo más habitual son las denominadas «prácticas tradicionales inadecuadas». Es decir, prender el campo para crear pastos para la ganadería. Otro motivo es «causar daños a terceros». En los últimos cinco años se ha contabilizado un 34% de los incendios intencionados debidos a personas con un trastorno de salud mental: pirómanos.

«El cambio climático ha impulsado esta ola de calor, al igual que lo hace ahora con todas las olas de calor», afirma Friederike Otto, profesora de Ciencias del Clima en el Instituto Grantham del Imperial College de Londres y codirectora de World Weather Attribution. «Olas de calor que solían ser infrecuentes son ahora comunes; olas de calor que solían ser imposibles están ocurriendo ahora y matando gente», concluye. Y son un ingrediente fundamental para la epidemia de incendios.

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