La estela del franquismo sigue presente en España en rincones de ciudades, fachadas de viviendas o callejeros. Son muchos los símbolos que se han retirado ya a la luz de la Ley de Memoria Histórica de 2007, pero 15 años después nos siguen rodeando vestigios que exaltan la sublevación militar de 1936, la Guerra Civil o el régimen de Franco.
El proyecto DeberiaDesaparecer, puesto en marcha por la Fundación Jesús Pereda de CCOO, lo ha puesto de relieve al identificar y visualizar unos 5.600 símbolos que perviven sobre todo en forma de placas en viviendas, pero también en nombres de calles, inscripciones o escudos. Todos contrarios a la memoria democrática amparada en la la nueva ley aprobada este jueves en el Congreso y que enfila ya su aprobación definitiva.
Subvencionado por el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, el trabajo constituye el primer catálogo a nivel estatal, aunque se trata de una aproximación en base a las recopilaciones de las administraciones locales o asociaciones memorialistas, investigaciones especializadas y medios de comunicación.
Asumen los investigadores que la cifra real puede multiplicarse debido a que hasta ahora no se ha hecho un compendio nacional exhaustivo. De hecho, ni siquiera la mayor parte de provincias se han tomado en serio el mandato de la ley vigente de elaborar como primer paso un catálogo de vestigios, algo que el 62% de las mismas no tiene.
Aunque el espacio nace con la vocación de ampliarse, y para ello cualquiera puede enviar sus aportaciones, en total se han identificado ya 5.596 símbolos; de entre los cuales, destacan, muy por encima del resto, las placas. La mayoría son las famosas inscripciones metálicas estampadas en las fachadas de las casas de protección oficial construidas por el Instituto Nacional de Vivienda durante la dictadura. El régimen dejó estampada así su enseña en las viviendas. Y lo hizo con la simbología falangista del yugo y las flechas que adorna las placas que siguen intactas en muchas ciudades. De momento, el proyecto ha contabilizado 4.295.
La investigación ha identificado que la mayoría de vestigios que incumplen la ley de memoria histórica, en concreto el 82%, están en espacios privados debido a la sobrerrepresentación de las placas falangistas de las viviendas. Y muchos de los símbolos que quedan pueden pasar desapercibidos. Algunos de los más visibles, como las numerosas estatuas a Franco alzadas en su honor se fueron retirando progresivamente desde 2007, pero aún permanecen intactos y sin resignificar, es decir, sin intervenir para sustituir su sentido franquista por una relectura democrática, un puñado de grandes monumentos.
Entre ellos destaca el mismo Valle de los Caídos, que pasará a llamarse Cuelgamuros con la nueva Ley de Memoria Democrática. Se suman, entre otros, el Arco de la Victoria de Madrid, que homenajea el triunfo de los sublevados; el monolito a Mola en Alcocero de Mola (Burgos), el general que diseñó el golpe de Estado; la llamada ‘pirámide de los italianos’, en la frontera entre el Valle de Valdebezana (Burgos) y Cantabria o el Monumento a los Caídos de Pamplona, construido en 1942 con la inscripción «Navarra a sus muertos en la Cruzada».
El listado lo integran numerosas lápidas e inscripciones conmemorativas, escudos o cruces, la inmensa mayoría a los caídos, que pueblan la geografía española y cuyo significado ha detallado recientemente el investigador Miguel Ángel del Arco. Muchos reproducen la simbología franquista de exaltación de la sublevación militar y la guerra con inscripciones como «José Antonio Primo de Rivera ¡Presente!» o «A los caídos por Dios y por España», acompañadas a veces de escudos y, en su caso, un listado de nombres de los fallecidos del bando nacional en una determinada ciudad o pueblo.
«El franquismo hizo un uso muy prolífico de la simbología y la propaganda. El objetivo era dar un mensaje político y esa visibilidad era su forma de adoctrinar a la población. Su objetivo era estar presentes en la mayoría de espacios públicos y de las formas más sutiles», cuenta Eduardo España, miembro de la fundación e impulsor del proyecto. Ocurre así con los 86 escudos del régimen que la investigación ha identificado «en edificios públicos», como los de la fachada del Ministerio de Exteriores, en Madrid, que se ha comprometido a retirar. «Hay, además, inscripciones, lápidas o placas conmemorativas que se refieren a la victoria e incluso algunas alcantarillas con este tipo de simbología», explica España.
Esa era la intención del régimen: llegar a los lugares más insospechados y sembrar el país de símbolos que recordaran a los vencedores y a los «mártires» de la guerra para servir como ejemplo. Eliminando de la ecuación las placas de las VPO, son, de hecho, los «caídos» los destinatarios más frecuentes de la simbología. Entre los nombres propios homenajeados, destaca el del exministro Calvo Sotelo, Primo de Rivera, el general Mola o el mismo Franco, con 52 símbolos. Militares golpistas con un papel clave en el aparato represor del régimen, como Queipo de Llano o Yagüe completan la lista junto a otros como Manuel Fraga, fundador de Alianza Popular y el PP, que fue ministro de Franco durante la dictadura.
Además, 579 calles siguen exaltando en España la guerra o la dictadura. Son muchas las que se han ido renombrando en los últimos años; en muchos casos con batallas judiciales de por medio. Las cifras apuntan a que en 2019 eran 1.179, según el Ministerio de Justicia, pero aún se resisten unas cuantas. Además, hay grandes ciudades que están recuperando calles franquistas, entre ellas el Ayuntamiento de Madrid, gobernado por Almeida, que ha devuelto al callejero la de Millán Astray o la del Crucero de Baleares.
Incluso algunos municipios concentran un nutrido grupo: entre diez y once calles tienen los tres con más denominaciones franquistas. Son San Pedro del Pinatar (Murcia) y Fuensalida, en Toledo, ambos con vías como General Mola, General Queipo de Llano, Onésimo Redondo o Millán Astray; y León, donde generales como Sanjurjo, Yagüe o Aranda dan nombre a algunas de sus calles.
Apellidos franquistas tienen también seis nombres de pueblos: Quintanilla de Onésimo (Valladolid), en honor al fundador de las JONS, Villafranco del Guadiana (Badajoz), San Lorenzo de Yagüe (Soria), Alcocero de Mola (Burgos), Alberche del Caudillo (Toledo) y Llanos del Caudillo (Ciudad Real). El abogado especializado en memoria histórica Eduardo Ranz, que demandó en 2016 a los alcaldes de las localidades, explica que la ley de 2007 obliga a las Administraciones Públicas a retirar simbología que exalte el franquismo, pero la jurisprudencia «ha marcado que no es extensible al nombre del municipio», un argumento con el que la justicia descartó obligar a San Lorenzo de Yagüe a rebautizarse.
«Es vergonzoso que 47 años después de la muerte del dictador permanezcan los símbolos. Implica un reconocimiento de un régimen dictatorial que tenía los derechos humanos secuestrados por la fuerza», lamenta Arturo Peinado, presidente de la federación de Foros por la Memoria, que pone el foco en la «ambigüedad» de la ley actual «y su falta de régimen sancionador, desarrollo reglamentario y plazos» a la hora de atajar la retirada de la simbología. Coincide Ranz, que apunta a que los incumplimientos de la norma, como «claramente» se da con los callejeros «sale gratis».
La nueva Ley de Memoria Democrática, aprobada este jueves en el Congreso y a la espera de la luz verde definitiva, sí da un paso más y detalla procedimientos, establece plazos y contempla como sanción grave (con multas de entre 2.001 y 100.000 euros) el incumplimiento de las resoluciones de retirada de símbolos cuando supongan humillación a las víctimas. La administración deberá incoar el procedimiento de retirada de la simbología y en un máximo de nueve meses, debe procederse. En caso de negativa, la ley faculta a la imposición de multas «coercitivas», hasta diez sucesivas por periodos de un mes y de entre 200 a 1.000 euros.
Según el texto, mucho más detallado que el anterior, los topónimos y nombres de centros públicos también deberán retirarse, así como en los casos en los que los símbolos estén en edificios privados o religiosos pero con proyección a la calle, en una clara alusión a las placas de vivienda protegida. Hasta ahora, el modus operandi por parte de los ayuntamientos como el de Barcelona, Sevilla o Bilbao, que se han puesto manos a la obra para retirarlas es solicitarlo a las comunidades de vecinos. Se considerarán elementos contrarios a la memoria los que exalten la sublevación o la dictadura, pero también las organizaciones que la sustentaron, el sistema represivo y las unidades civiles o militares extranjeras que apoyaron a los sublevados.
Sé el primero en comentar en «El mapa del franquismo que aún pervive: al menos 5.600 vestigios de la dictadura siguen en las callesMarta Borraz, Victòria Oliveresel julio 14, 2022 a las 9:20 pm»