Andalucía clausura una campaña electoral marcada por la sombra de un Gobierno de Moreno con VoxDaniel Celael junio 17, 2022 a las 8:25 pm

En la medianoche del viernes terminó una campaña electoral marcada por un escenario que ha condicionado a todos los candidatos en liza: la posibilidad de que la ultraderecha forme gobierno con el PP de Juan Manuel Moreno en Andalucía, la comunidad más poblada de España (8,5 millones de personas) y condicione las próximas citas electorales: municipales, autonómicas y generales en 2023. Hace un mes el CIS cifró el porcentaje de indecisos en el 35%, y hace una semana en el 18%.

Las elecciones de este domingo convocan, en plena ola de calor, a 6,6 millones de votantes para repartir los 109 escaños del Parlamento andaluz. La mayoría absoluta está en 55 diputados y ningún partido parece poder alcanzarla sin el apoyo de otras formaciones [hace 14 años que nadie lo logra]. En ese escenario de fragmentación, y a la luz de todas las encuestas publicadas, quien más estaría en disposición de presentar su investidura es el actual presidente, que ansía una mayoría holgada para no depender de Vox.

Moreno ha hecho una campaña presidencialista, escondiendo las siglas del PP tras su marca personal de líder «moderado, centrista y andalucista», enterrando el tópico de señorito andaluz de derechas: Juanma presidente, reza su lema. Mientras, el resto de formaciones le ha perseguido en pelotón para devolverle dentro del contexto del que intenta abstraerse: uno, Moreno es del PP y el PP ha votado en contra de todas las leyes sociales y económicas del Gobierno de Pedro Sánchez, incluida la reforma laboral, la subida del salario mínimo y los ERTE que han amortiguado la crisis provocada por la pandemia y mejorado significativamente los datos de paro en Andalucía, problema estructural durante 40 años. Y dos: el candidato popular se ha afanado en eludir, una y otra vez, la pregunta con la que le hostigan sus rivales y los periodistas: ¿está abierto a pactar un Gobierno con Vox?

El candidato popular ha respondido siempre aferrándose a la idea de una «mayoría suficiente», esto es, un resultado que supere la suma de todas las izquierdas y le aproxime lo máximo posible a la «cifra mítica» de los 55 escaños. «Yo no quiero», «no estoy interesado en que Macarena Olona sea vicepresidenta», «yo quiero un gobierno en solitario», «no quiero líos», «no quiero perder el tiempo enseñando a gobernar a personas sin experiencia», «no tiene sentido que quieran formar parte de una institución que pretenden destruir», «quiero ser dique de contención de Vox», «puedo parar a Vox» y, finalmente, «voy a leer bien el mensaje que nos trasladen los andaluces en las urnas».

Sin embargo, observando el antecedente de Castilla y León –el primer Gobierno de coalición PP-Vox– y al revisar la pasada legislatura andaluza, se constata que al PP no le costó entenderse con la extrema derecha para investir a Moreno presidente, para pactar y aprobar tres presupuestos autonómicos consecutivos y hacer concesiones al programa del partido de Santiago Abascal para garantizarse la estabilidad parlamentaria (la asunción del concepto violencia intrafamiliar en las políticas de igualdad, el desvío de recursos de cooperación al refuerzo de la seguridad en centros de menores extranjeros o el vaciamiento de las políticas de memoria histórica…).

El objetivo común de sacar de la Junta de Andalucía al PSOE, después de 37 años en el poder, es el pegamento que posibilitó el entendimiento rápido y efectivo de las tres fuerzas en las que se fragmentó el espacio de la derecha: PP-Ciudadanos-Vox. Ese principio común sigue inalterable, por mucho que los de Abascal hayan elevado las condiciones de su apoyo a Moreno con un órdago sobre la mesa: entrar en el Gobierno sí o sí.

«Si tan sólo necesitan un diputado de nosotros, no lo obtendrán si no entramos en el Ejecutivo», amenazó la candidata de Vox, Macarena Olona, al presidente andaluz en el debate de Canal Sur Televisión. El otro lado de ese órdago implica que Vox se alinee en el voto con el bloque de izquierdas: PSOE, Por Andalucía y Adelante Andalucía, un escenario que abocaría a la repetición electoral –verbalizada por el propio Moreno– si ninguno de ellos consiente cambiar el no por la abstención en la investidura.

Sobre este escenario se ha articulado toda la campaña, sobre todo la del PSOE, que ha dedicado más tiempo y esfuerzo a advertir sobre el tándem PP-Vox que a revitalizar su malgastada marca de partido. Juan Espadas es un candidato poco conocido impuesto por Pedro Sánchez en la secretaría general del PSOE-A para enterrar la página del susanismo.

El ex alcalde de Sevilla, arropado por el presidente y toda la parte socialista del Consejo de Ministros, se ha aferrado al ultimátum de Olona a Moreno, consciente de que la jugada de la alicantina le es propicia para agitar el miedo atávico a las derechas y movilizar a los suyos. Unos 500.000 votos perdidos en 2018 y recuperados cinco meses después en las generales de 2019 –alrededor de 400.000 más en las municipales de mayo–: ese es el margen en el que se ha movido Espadas los últimos 15 días, aferrado a los alcaldes y concejales de toda la comunidad.

Una de las preguntas clave que resolverá estos comicios es si ese miedo sigue vigente, si ha servido como herramienta de agitación en el electorado progresista o si, como asegura el primer presidente de la Junta de derechas, «ese cuento rancio de que el PP desmantela los servicios públicos y se come a los niños crudos ya no cuela». A pesar de repetir esta máxima una y otra vez, la realidad es que Moreno ha hecho campaña para ensanchar su base electoral por el centro izquierda, apelando al voto prestado de los socialistas «desencantados con el sanchismo», y para ello ha jibarizado y escondido las siglas de su partido en los mítines y en la cartelería electoral para así facilitar el «trasvase de votos del PSOE al PP».

El objetivo es fagocitar a todo el electorado de su socio de Gobierno –Ciudadanos– que ahora tiene 21 diputados y al que las encuestas colocan al borde de la extinción; más unos 100.000 votos que le llegarían de personas que votaron al PSOE o dejaron de votar al PSOE en 2018, más otros 90.000 que hace tres años apoyaron a Vox y ahora «regresan a casa para volver a votar al PP».

El escenario actual en el Parlamento andaluz es el primero en la historia de la autonomía en el que el bloque de fuerzas conservadoras superó al de izquierdas. Eso facilitó el Gobierno del PP con el peor resultado de su historia: 26 diputados, sumados a los escaños que lograron los otros dos partidos nacidos de la crisis del PP: Ciudadanos a su izquierda, con 21 diputados, y Vox a su derecha, con 12. La abstención de las izquierdas permitieron el resto: el PSOE, que perdió 400.000 votos, se quedó con 33 escaños, su mínimo histórico, y Adelante Andalucía, la coalición Podemos-IU, perdió otros 300.000, logrando 17 parlamentarios.

Se formó un Gobierno de coalición PP-Ciudadanos sustentado en el apoyo externo de Vox, negociado directamente por las direcciones nacionales de los tres partidos. De entrada, la agenda legislativa estuvo más enfocada en «derogar» leyes y normas socialistas que en impulsar nuevas medidas. «Este Gobierno tiene más vocación de derogar leyes que no sirven o perjudican a los andaluces que de crear nuevo contenido legislativo», dijo el portavoz de la Junta y consejero de la Presidencia, Elías Bendodo, en una de sus primeras apariciones.

Gran parte de la legislatura –dos años– ha estado marcada por una pandemia que ha matado hasta la fecha a más de 14.170 andaluces, cerró el Parlamento, confinó a toda la población en sus casas y limitó el movimiento de las personas. Las restricciones han tenido también un impacto en el proceso de activismo y movilización de la sociedad civil y de los partidos de la oposición, sobre todo de izquierdas, descafeinando el proceso de fiscalización al Ejecutivo de Moreno.

Hasta hace muy poco, ya con la infección de Covid remitiendo, no se han conocido movilizaciones y protestas contra el Gobierno andaluz, ni zarandeos por parte de las fuerzas sindicales. De esta situación se han quejado los partidos a la izquierda del PSOE durante la campaña, para buscar las causas de la desmovilización que amenaza con desangrar su granero de votos.

Por Andalucía, la coalición de seis partidos de izquierdas -IU, Podemos, Más País, Equo, Iniciativa del Pueblo Andaluz y Marea Verde-, ha ido de menos a más. Empezó lastrada por la disputa interna de IU y Podemos con el registro de la marca, del que los morados se quedaron fuera, pero poco a poco han recuperado fuelle: la implicación personal de la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, con tres mítines junto a su candidata, Inmaculada Nieto, y un mensaje de compromiso para concurrir a las elecciones generales desde su frente amplio vigorizó a la confluencia, que aspira a superar los 17 escaños que obtuvo su anterior coalición.

Teresa Rodríguez, candidata de Adelante Andalucía, no ha contado con dinero ni recursos para lanzar su campaña, pero ganó el pulso a Podemos e IU y logró hacerse hueco en los dos debates electorales. Su proyección mediática era prácticamente su única baza, de ahí que eligieran poner el rostro de Rodríguez en la papeleta, también con ánimo de clarificar al electorado de izquierdas que la gaditana ya no jugaba en el equipo de Podemos, del que fue secretaria general andaluza durante cinco años.

Rodríguez ha apostado por el cara a cara contra Olona, durante la precampaña y, sobre todo, en los debates, logrando una gran repercusión en redes sociales. Está por ver si se traduce en votos. El objetivo de Rodríguez es lograr, al menos, su escaño por Cádiz. Pero, lo consiga o no, ha presentado su marca como la única fuerza andalucista y de «obediencia andaluza», un partido con identidad regionalista y un discurso con tintes nacionalistas que aspira a concurrir también en las próximas elecciones generales.

Macarena Olona, de Vox, fue la apuesta de Abascal para catapultar las posibilidades de un partido que ya venía lanzado en todas las encuestas. Al elegir a uno de sus referentes nacionales para las andaluzas –en vez de un desconocido, como hicieron en Castilla y León–, la ultraderecha demostraba su apuesta por ocupar el Gobierno de la comunidad más poblada, un golpe de autoridad de cara a las generales. Andalucía es, hoy por hoy, la región que más votos aporta a Vox en unas elecciones legislativas, más de 800.000 votantes en 2019, frente a los 400.000 que lograron en las autonómicas de 2018.

Sin embargo, la campaña de Olona ha estado jalonada de decisiones muy contestadas desde dentro y corregidas sobre la marca. Por ejemplo, la candidata se retiró tres días de la campaña –sin actos públicos en la agenda– y rectificó cuando los medios de comunicación destacaron aquella decisión sin precedentes. La candidata tampoco se ha sometido a preguntas de los periodistas, ha estado en todo momento acompañada de Abascal u otros líderes nacionales en sus mítines, y ha publicado vídeos enlatados a las redes sociales, editados y con filtros.

El intenso calor y las fiestas que se han cruzado estos días también han marcado el ritmo de la campaña, que apenas visibilizaba tensión en las calles y plazas de Andalucía (con muy poca cartelería). La abstención puede ser determinante –en 2018 fue del 41,3%–, aunque el sociólogo, Narciso Michavila (Gad3), que hará el sondeo a pie de urna que se avanzará un escrutinio tras el cierre de urnas, prevé que la participación sea superior a la de hace tres años y rebase el 60%.

Cinco de los seis principales candidatos cerraron su campaña en Sevilla, la provincia con más escaños en juego (18) y el termómetro más certero del nuevo auge de la derecha: el PSOE jamás ha perdido unas elecciones de ningún tipo en esta provincia, que ha sido fortín inexpugnable y motor del partido en España. Moreno, Espadas y Olona lanzan sus últimos mítines a pocos metros de distancia unos de otros, en línea recta en paralelo al río Guadalquivir.

El socialista en el Muelle de las Delicias, río arriba, el popular en el Muelle de la Sal, y cruzando el puente de Triana, justo al lado, la líder ultraderechista en San Jacinto. Algo más alejada, pero también en la margen del río, cerraba Teresa Rodríguez, a los pies de la Torre de los Perdigones, con un concierto del grupo Califato 3/4. Juan Marín, de Ciudadanos, ha clausurado su campaña junto a la líder nacional de su partido, Inés Arrimadas, en el Paseo de Europa, del barrio de Los Bermejales. Inma Nieto, de Por Andalucía, va de número uno por Málaga y ha cerrado allí su campaña, en la plaza de La Marina, coincidiendo con Moreno, que ha hecho un doble cierre y después del mitin de Sevilla se desplazó a su ciudad para lanzar un último llamamiento al voto antes de medianoche.

Moreno, ante mil personas, cerró con un ambiente de euforia y éxtasis, y lanzó un mensaje de cambio de ciclo político que va más allá del gobierno: «No es sólo un cambio de gobierno, es un cambio de mentalidad de Andalucía. Hemos contagiado a miles nuestra ambición. Este es el momento y el lugar donde nos citamos con la historia los andaluces». El candidato popular ha estado arropado por sus predecesores al frente del partido, Javier Arenas y Juan Ignacio Zoido, y por la ex ministra de Trabajo Fátima Báñez.

Espadas y el presidente Pedro Sánchez han congregado a más de 2.500 personas, una demostración del músculo del PSOE en Sevilla. Al acto también han asistido las ministras María Jesús Montero, Luis Planas y Pilar Alegría. El candidato socialista ha apelado al «corazón socialista» y ha expresado en varias ocasiones su «orgullo» por la implicación de su partido en la campaña. Ha reconocido que había que retomar la «humildad» para volver al Gobierno y ha explicado que el primer paso ha consistido en escuchar a «los veteranos» del partido, nombrando uno a uno «a todos los presidentes socialistas que se han dejado la piel por Andalucía: Rafael Escuredo, José Rodríguez de la Borbolla, Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz».

El candidato de Ciudadanos agradeció el trabajo realizado por su equipo y los militantes durante la campaña electoral que esta noche remató en Los Bermejales de Sevilla: “Lo habéis hecho de puta madre, coño”. Marín ha pedido el voto el próximo domingo a “todas las personas que nos paran por la calle en estos días para decirnos que somos muy buenos” a los que les digo, “pues votadnos el domingo”, al mismo tiempo que ha puesto en valor el trabajo de su partido al frente de la Junta, “en una legislatura que no ha sido nada cómoda”.

La candidata de Por Andalucía se presenta por Málaga, donde ha liderado el acto final de campaña. Nieto ha asegurado que “en los últimos cuatro o cinco días” ha notado un “agua subterránea” en forma de apoyos, llamadas y movilización. “Tenemos en la mano que efectivamente haya un bloque de progreso en Andalucía mayoritario frente a las derechas», ha dicho, en un acto acompañada por la ministra de Igualdad y dirigente de Podemos, Irene Montero.

La líder de Adelante Andalucía cerró en el Parque de los Perdigones en un acto que ha rebasado los 1000 asistentes, según estima la organización. La idea fuerza que ha resonado como un “rugido” durante el acto ha sido la de intentar presentar la candidatura de Teresa Rodríguez como la única fuerza capaz de enfrentarse a la ultraderecha porque “no tiene miedo y “está libre para plantarles cara gobierne quien gobierne”. “Te pido que votes a ti mismo, a tu familia, a tus vecinos”, ha clamado la candidata andalucista. “Vótate a ti”, ha gritado antes de dejarse envolver por los aplausos de sus simpatizantes.

La candidata de Vox a la Junta ha dicho sentir haberse bajado ya de la «oloneta» tras «15.000 kms» de campaña electoral que hoy cierra en Sevilla y ha asegurado ante cientos de personas en Triana que»no hay plan ‘b’, vamos a por la presidencia» de Andalucía, sin alusiones a las situaciones que se puedan dar tras las elecciones del domingo pero si al partido que parte con ventaja en las encuestas. «Somos una amenaza para el PP, porque saben que Vox ha llegado para introducir en Andalucía el cambio real», ha dicho, «uno las recetas de siempre». «No os conforméis con menos que la presidencia», ha insistido ante sus fieles. Olona ha estado acompañada del presidente de su partido, Santiago Abascal.

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