Abascal acelera la designación a dedo de candidatos para 2023 mientras sopesa cambios en MadridCarmen Moragael agosto 4, 2022 a las 8:24 pm

El golpe que ha supuesto para Vox la inesperada marcha de Macarena Olona pocos días después de tomar posesión de su escaño en el Parlamento de Andalucía, está siendo digerido lentamente por la cúpula del partido de extrema derecha que lidera Santiago Abascal. La candidata a la Junta de Andalucía anunció la semana pasada que dejaba sus cargos y la política «por razones médicas» para volver a ejercer, en cuanto pueda, como abogada del Estado. Aunque nadie ha cuestionado sus razones para marcharse, lo que sí ha provocado Olona ha sido todo un cataclismo en esa autonomía, en donde Vox se había creado grandes expectativas, soñando con obtener incluso una nueva vicepresidencia en el Gobierno de Moreno Bonilla como la que consiguieron hace poco en el de Castilla y León.

Lejos de ello, Vox se desinfló y no consiguió rentabilizar la desaparición de Ciudadanos. La flamante exdiputada por Granada apenas subió en apoyos: de 12 escaños pasó tan solo a 14, pero perdiendo en esa autonomía más de 400.000 votos respecto a las últimas elecciones generales de 2019. En el partido, después, achacaron el fiasco al hecho de que Olona fue designada para encabezar la candidatura a última hora, con la creencia de que era una dirigente muy conocida a nivel nacional al ocupar la secretaria general del grupo parlamentario del Congreso y ser, además, diputada por Granada.

Para controlar su campaña, Abascal puso al frente a su propio jefe de gabinete, Ángel López Maraver, diputado por Guadalajara, que centró los mensajes en prometer que iban a cerrar todos «los chiringuitos» si llegaban al Gobierno –incluida la televisión andaluza– y en alertar a los andaluces de que tenían que evitar un hipotético pacto entre el PP y el PSOE, más en clave nacional. Pero se equivocaron porque aunque Olona se recorrió buena parte de la autonomía y se vistió de flamenca en la Feria sevillana, mientras el propio líder arrastraba a mucha gente a sus mítines –como luego presumían en las redes–, la campaña no surtió el efecto deseado y el PP les desbordó con su mayoría absoluta.

Ahora, las encuestas empiezan a pronosticarles un declive electoral que ha desatado las alarmas en el cuartel general del partido de extrema derecha. Ante esta situación y a pesar de que aún quedan diez meses para la doble cita de las municipales y autonómicas de la primavera 2023, Abascal ha decidido acelerar los tiempos y comenzará en septiembre el proceso para designar a los candidatos. Así lo anunció hace unos días el líder de Vox en una entrevista en ‘Es la Mañana de Federico’, de esRadio. Lo hará sin convocar primarias, un proceso interno que Vox fulminó ante los líos que hubo entre los aspirantes en unos momentos en los que el partido aún no tenía estructura territorial. Algunos de los que intentaron obtener la plaza y no lo consiguieron presentaron luego recursos y denunciaron los procesos al considerar que la dirección del partido no había jugado limpio. Hace unos días se conocía la resolución judicial de unos de estos casos, precisamente en Granada. El Juzgado de Primera Instancia 6 de dicha provincia condenaba a Vox por vulnerar el “derecho fundamental de participación democrática» de Ignacio Pozo, que se vio perjudicado frente al entonces presidente en funciones y candidato oficialista Manuel Martín. Pozo se presentó a las primarias de 2020 y no pudo ni siquiera concurrir a la votación final.

La idea ahora es presentarse en todas las capitales de provincia y grandes poblaciones para ir ensanchando su poder con candidatos «solventes» para sus estándares y que conozcan bien el terreno. Uno de los objetivos de Abascal es entrar en aquellos parlamentos en los que en 2019 Vox no consiguió representación, como Castilla La Mancha. Para ocupar ese cartel electoral el líder de la formación de extrema derecha, según diversas fuentes, baraja el nombre del secretario general del partido y diputado por Madrid, Javier Ortega Smith. La idea lleva aparejada que no repita para el Ayuntamiento de Madrid y en su lugar situar a Rocío Monasterio, la actual portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid. La dirigente madrileña, cuando se le pregunta por este extremo, ni confirma ni desmiente tal posibilidad, al igual que Ortega Smith. Los dos contestan, fieles a la disciplina de partido, que estarán «en donde el partido crea que somos más útiles y servimos mejor a España».

Pero la capital de España es el principal foco para la ultraderecha, en donde se van a volcar. En el Ayuntamiento, la labor de Ortega Smith, que sacó solo cuatro concejales en las anteriores elecciones, ha sido puesta en cuestión internamente. El portavoz municipal de Vox tiene que compaginar este cargo con el escaño por Madrid en el Congreso y esa doble ocupación, tal y como le suele afear el alcalde Martínez-Almeida, hace que no se prodigue todo lo que debería por el Palacio de Cibeles. Además, sus relaciones con el regidor madrileño, que inicialmente eran bastante cordiales, son ahora muy tensas, sobre todo desde que Vox decidió dejar de apoyar al Gobierno de coalición, lo que obligó a Almeida a pactar a regañadientes los presupuestos –entre otras cosas– con los tres ediles de Recupera Madrid, una tarea que dejó en manos de la vicealcaldesa, Begoña Villacís.

En Vox creen que con Monasterio compitiendo con Almeida podrían tener más opciones de aumentar su representación municipal a costa de Ciudadanos cuya supervivencia está en cuestión. No obstante, varias encuestas pronostican que el grupo de Villacís se mantendrá, pero con solo tres o cuatro concejales de los 11 que tienen ahora. Además, todo apunta a que el Grupo Mixto en el que se integraron los concejales de Recupera Madrid, que se presentan a los comicios con una Plataforma de electores y sin Marta Higueras, va a desaparecer aunque restará unos cuantos votos a la izquierda. Así que Vox sueña con que Almeida, muy quemado por los escándalos que le han salpicado de lleno estos meses, no se beneficie del llamado efecto Ayuso y les vuelva a necesitar despues de la cita con las urnas de mayo de 2023.

El dilema está en la Asamblea de Madrid. Vox sabe que cualquier candidato que ponga para competir contra la presidenta regional tendrá poco que hacer. Así que, según las fuentes consultadas, el partido podría decidir cambiar de cartel. Para ello, si Monasterio no repite, suenan algunos nombres, como el de Íñigo Henríquez de Luna, portavoz adjunto del grupo parlamentario y ex del PP, y el de Jaime de Berenguer, portavoz de Educación, y exconcejal de UPyD.  

La portavoz de Vox en la Asamblea madrileña, cuando le preguntan, no suelta prenda pero suele ironizar con que se «divierte» en los debates y le encantan sus enfrentamientos con la presidenta regional con la que ha mantenido muchos momentos de tensión, aunque ideológicamente estén muy cercanas.

En cuanto a Castilla-La Mancha el objetivo de Vox sería entrar por primera vez en Las Cortes regionales, lograr suficientes escaños para intentar romper la férrea mayoría absoluta del socialista Emiliano García-Page y conseguir ser la llave para que el PP pueda gobernar con su formación. Ahora Vox no tiene en esa autonomía ningún procurador, pero a nivel nacional lograron cinco diputados. Ciudadanos tiene cuatro escaños que podrían pasar a manos de Vox, y el PP 10. El escenario que Vox diseña es que los populares suban, beneficiándose de la nueva etapa liderada por Núñez Feijóo, y que el PSOE pierda terreno o se desplome, algo que está por ver.

Sin embargo, la idea de emprender esa aventura en Castilla La Mancha no le agrada nada al propio Ortega Smith, dado que tendría que dejar su escaño por Madrid en el Congreso, donde está muy cómodo, como lo estaba Macarena Olona en el suyo por Granada. El diputado, al menos, está ligado a esa autonomía porque tiene en Toledo un impresionante Cigarral en el que celebró recientemente su boda, y visita la provincia a menudo. Otro de los nombres que se barajan para ese cartel autonómico es el de Inés Cañizares, diputada del Congreso por Toledo. No obstante, ahora todo son rumores porque nada está decidido. Ni el futuro de Monasterio ni el de Ortega Smith.  

A pesar del hermetismo con el que maneja el líder de la extrema derecha todo lo concerniente a las candidaturas electorales, esta vez quiere prepararlas bien y con tiempo suficiente para no pinchar, como les ha pasado en Andalucía. A su regreso de vacaciones comenzará a escuchar las propuestas que le lleguen de los comités provinciales y regionales, pero la última palabra la tendrá él y su sanedrín del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) ya que las primarias han quedado totalmente enterradas.

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