Anatomía de un vuelco: los datos que muestran cómo se derechizó Andalucía en tres añosAlfonso Alba, Ana Ordazel junio 16, 2022 a las 7:27 pm

Andalucía siempre fue una especie de aldea gala española, una excepción en la que la izquierda arrasaba elección tras elección. En 1982, en los primeros comicios al Parlamento de Andalucía, la izquierda obtuvo una victoria aplastante: mayoría absoluta del PSOE y casi dos tercios de los sufragios para opciones progresistas. Desde entonces, durante 36 años, la izquierda ha gobernado en Andalucía. Hasta la cita del 2 de diciembre de 2018.

Las elecciones del 2018 sorprendieron a todos los analistas. Ninguna encuesta vaticinaba el giro a la derecha del votante andaluz. Tras muchos años en los que poco a poco el apoyo al bloque de izquierdas fue menguando (con una casi mayoría absoluta de Javier Arenas en 2012), por vez primera se impuso el de derechas. ¿Qué pasó? ¿Entró Andalucía en una especie de ‘normalidad’ nacional?

Para mostrar como Andalucía viró a la derecha el 2D de 2018, elDiario.es ha analizado los resultados electorales en 2018 y en 2015. Agrupamos todos los municipios de la comunidad en distintos grupos demográficos, como edad media, nivel de renta, tamaño del municipio, nivel de estudios o sentido del voto en las anteriores elecciones, y comparamos cómo fue el voto al bloque de las derechas hace cuatro años. También analizamos el voto de cada grupo a cada bloque en los últimos comicios.

El sociólogo del Instituto de Estudios Sociales y Avanzados (IESA) Manuel Trujillo maneja dos teorías convergentes sobre lo que ocurrió entre 2015 y 2018 en la región. Hasta entonces, Andalucía era, junto a Extremadura, la región donde más se votaba a la izquierda. Elección tras elección, el bloque de izquierdas se imponía al de derechas. En 2015, el PSOE ya tuvo que pactar con Ciudadanos. El debate previo a las elecciones de 2018 pasaba por si los socialistas optarían por Ciudadanos o por la izquierda, aglutinada entonces en la coalición Adelante Andalucía.

Trujillo sostiene que por un lado pesó en Andalucía la situación de Catalunya. Y por otro, el voto de castigo a casi 40 años de gobierno socialista en la comunidad. Todo convergió en un proceso de «normalización» política en el que la región comenzó a dejar de ser la excepción nacional en un voto muy volcado a la izquierda. También sorprendió la abstención. La participación en 2018, la segunda más baja de la historia de las elecciones autonómicas en Andalucía, se quedó en el 56,56%. Los propios socialistas calculan que eso les mermó unos 400.000 votos.

Como muestra el gráfico superior que encabeza esta información, en 2018, el bloque de la derecha mejoró sus resultados en todas partes: en los municipios más pobres y en los más ricos; en los más pequeños y en los más grandes; en los más jóvenes y en los más envejecidos; también en todos los nichos de voto: en los municipios que más habían votado a la izquierda en 2015 y en los que más habían votado a la derecha.

Entre 2015 y 2018, aumentó el voto al bloque conservador especialmente en los municipios con las rentas entre bajas y medias de Andalucía, donde logró un salto adelante de más de 15 puntos de diferencia con tan solo tres años de distancia. En cuanto a los feudos tradicionales de cada bloque, en aquellos territorios que más votaban a la izquierda fue, precisamente, donde más creció la derecha. En las zonas en las que el bloque de izquierdas le sacaba más de 20 puntos de distancia a la derecha, los conservadores crecieron en 15 puntos. 

¿Y los pueblos? El tamaño de la población también importó, y mucho, en 2018. Las grandes ciudades (aquellas donde viven más de 200.000 personas) y los grandes núcleos urbanos (entre 100.000 y 200.000 vecinos), la derecha creció, pero no tanto como en los municipios de entre 20.000 y 100.000 habitantes, las «agrociudades andaluzas«, donde la derecha creció en 15 puntos. Los pueblos más pequeños también viraron a la derecha, pero no tanto.

En 2018, los municipios con la población más joven fueron también los que más se derechizaron. El incremento en aquellos lugares con población con edad media inferior a 40 años fue de 15 puntos. Y a menor proporción de población con estudios superiores, más aumentó el porcentaje de voto a la derecha, y viceversa. 14 y hasta 15 puntos más en 2018 que en 2015 en los municipios con menos del 30% de la población con estudios superiores.

Si nos fijamos en los resultados del 2D, la derecha obtuvo más del 40% de los votos en todas partes: en los municipios más pobres y en los más ricos; en los más pequeños y en los más grandes; entre los más jóvenes y en los más envejecidos; también en todos los nichos de voto: en los municipios que más habían votado a la izquierda en 2015 y en los que más habían votado a la derecha.

La izquierda cosechó sus mejores resultados en los municipios con las rentas más bajas: más de la mitad de los apoyos en aquellos lugares con rentas inferiores a los 24.000 euros al año. A menor renta, más voto a la izquierda, y al contrario. Pero precisamente son estos lugares los que más se abstienen. A más pobres, urnas más vacías.

Por otra parte, en municipios donde la izquierda arrasó con más de 20 puntos de diferencia frente a los conservadores en 2015, este bloque obtuvo también sus mejores resultados en 2018 (53% izquierda frente a 42% derecha). Ocurre lo mismo en el sentido inverso, pero más acentuado: en los feudos de la derecha en 2015, la derecha obtuvo el 74% de los votos, frente al 23% de la izquierda. Las localidades que en 2015 no fueron ni de derechas ni de izquierdas, en cambio, viraron a la derecha cuatro años después: más del 57% de los votos fueron para los conservadores.

«Andalucía se está normalizando en el ámbito centralista de España», reflexiona Trujillo. «Andalucía se está alineando con otras zonas como Castilla-La Mancha, donde hay un gobierno del PSOE muy conservador, con políticas que pueden estar más a la derecha de las que aplica el PNV en el País Vasco, por ejemplo», sostiene. «La referencia ideológica está más con cómo se sitúan las políticas que haces. Andalucía se está alineando un poco más con la España de interior, y eso provoque la gente tienda a irse más hacia la derecha», reitera.

Trujillo coincide con el investigador Eduardo Moyano a la hora de explicar que esa «normalización» del voto andaluz tiene mucho que ver con la distancia con la que se ven muchos acontecimientos históricos que provocaron, precisamente, que a principios de los años ochenta dos tercios de los andaluces votaran a opciones de izquierdas. El referéndum del 28F, la pobreza extrema del campo andaluz y la represión franquista ideologizó mucho el voto en la región. «Todo ha ido cambiando poco a poco», sostiene Trujillo.

En un análisis al detalle de lo que ocurrió en 2018 se observa que a menor proporción de población nacida en Andalucía, más voto a la derecha. En los municipios donde menos del 70% de la población nació en Andalucía, el 60% votó a la derecha, y viceversa: en los municipios donde más del 90% de la población nació en Andalucía, más de la mitad votó a la izquierda.

Este fenómeno tiene también que ver con la brecha urbano-rural: las zonas rurales, con más población nacida en la comunidad, votan más a la izquierda; mientras que en las ciudades, con más población proveniente de otras zonas, el voto gira más a la derecha.

El barómetro preelectoral del CIS sobre la intención de voto el próximo 19J preguntaba a los encuestados sobre dónde se situaban ideológicamente. Ya lo hizo en 2018, algo que ha comparado Manuel Trujillo. La tendencia señala que los andaluces se definen a sí mismos cada vez como más conservadores. En una escala del 1 al 10, donde el 1 es el extremo de la izquierda y el 10 el de la derecha, los andaluces han pasado de situarse en el 4,55 en 2018 (más bien de centro izquierda) a virar al 5,15 en 2022 (más bien de centro derecha). 

Por tamaño de municipio, aquellos de entre 2.000 y 10.000 habitantes son los únicos que siguen (por una centésima) ideológicamente por debajo del 5. «No se ve claramente que la derecha suba en una mayor proporción en las zonas rurales frente a las urbanas», señala Trujillo, algo que sí que se constata especialmente en esas «agrociudades» de las que siempre habla Eduardo Moyano, las que tienen entre 10.000 y 100.000 habitantes. Ahí, los andaluces que viven en esa Andalucía rural pero urbana han pasado de considerarse de izquierdas a hacerlo de derechas. En 2018 se daban entre el 4,5 y el 4,7 de nota ideológica. Cuatro años después, se ponen un 5,3, por encima de la media andaluza.

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